La leyenda de La Noche de San Juan

El cronista de la ciudad de Coatepec, Dr. Jesús J. Bonilla Palmeros registró en 1985 una historia de la tradición oral coatepecana, llamada La Noche de San Juan .

La historia cuenta que hace muchos años, cuando había aún muchísimos animales en le monte y la gente salía a cazar con sus perros, un señor salió de cacería hacia la parte más alta del monte.

En medio de la oscuridad, sus perros comenzaron a seguir el rastro de un venado grande adentrándose más y más en el monte hasta que llegaron a una cueva donde supuestamente se había metido el venado.

Los perros y el señor se metieron en la cueva. Al adentrarse al fondo vio una luz, se acercó y se sorprendió de lo vio: plantas de todo tipo como maíz, frijol, calabaza, aguacate, cacao, naranjos; también animales como conejos, venados, toches, tlacuaches… Aquél sembradío se extendía a la orilla de un  río formado por un cristalino nacimiento.

El cazador se aproximo a un rincón donde se encontraba un baúl y tenates y al verlos bien vio que estaban llenos de monedas de oro.

Trató de levantar un tenate pero estaba muy pesado, entonces pensó en avisar a su gente de su hallazgo y así repartir las riquezas.

Buscó la salida y en medio de la noche regresó a su casa, pero jamás esperaría lo que estaba por suceder: su familia estaba disgustada y llorando le preguntaron que dónde había estado pues tenía un año que había desparecido y por más que lo habían buscado no lo encontraron.

Confundido, el cazador les contó la historia de que había encontrado un tesoro y pedía le acompañaran a traerlo y le siguieron por donde él creía haber pasado pero por más que buscaron la entrada a la cueva no la encontraron.

Le explicaron entonces que “Juan del Monte” era quien cuidaba la cueva y su tesoro y no quería que nadie encontrara la entrada al lugar.

La gente del poblado cuenta que en la noche de San Juan, se abren los sortilegios y se pueden encontrar los tesoros, pero que sólo están abiertos un momento, y que si alguien se mete en las cuevas, pierde un año de su vida por cada minuto que esté en el interior.

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