Coatepec sabe a leña, maíz y tradición: así se come en el Pueblo Mágico que huele a café

Hay lugares que se conocen con los pies y otros que se entienden con el estómago. Coatepec es de los segundos. Aquí no solo se viene a ver montañas cubiertas de neblina o a tomarse fotos frente a iglesias coloniales. Aquí se viene a comer bien… y a repetir.

Te lo digo como alguien que se ha sentado en fondas, ha probado en mercados, ha comido de pie junto a la estufa y ha preguntado a las cocineras qué le pusieron a ese guisado que “sabe como el de mi abuela”. Porque en Coatepec la comida no se vende, se comparte.

La reina absoluta: la cecina enchilada

Si vas al mercado Miguel Rebolledo, hay un olor que te guía directo al paraíso: carne delgada, bien adobada, hecha en comal con carbón y servida con frijoles de olla y tortillas hechas a mano. No hay filtro de Instagram que le haga justicia a ese platillo. La cecina enchilada de Coatepec es distinta: tiene un sazón más profundo, entre ahumado y dulzón, como si llevara años perfeccionándose en silencio.

Mole casero: receta de familia, sabor de pueblo

El mole aquí no se compra en sobre. Se hace con paciencia, tostando chiles, moliendo semillas, cuidando que no se queme la tortilla que espesa la salsa. Lo sirven con pollo o guajolote, arroz rojo y una cucharada generosa encima. No es picante: es elegante. Hay quienes lloran la primera vez que lo prueban y no es exageración… es nostalgia.

Tamales de elote y de cazuela

Los encuentras en las esquinas, en cestas cubiertas con mantas de flores. Los de elote son dulces, suaves, casi esponjosos. Los de cazuela, rellenos de guisos como tinga o rajas con queso, son más grandes y se comen con cuchara. No subestimes lo que te ofrece una vendedora en la banqueta: ahí está el verdadero sabor de la calle.

Pan de huevo con café de olla

La tarde coatepecana se acompaña con un pan tradicional, suave, azucarado y tibio. Lo venden en panaderías familiares, muchas con horno de leña. Lo ideal es mojarlo en un café de olla con canela y piloncillo. Es el tipo de comida que te obliga a cerrar los ojos y decir: “esto es vida”.

Antojitos en el parque: picadas, empanadas, y más

En el parque Hidalgo, a la hora que baja la neblina, empiezan a oler las planchas calientes. Las picadas (como sopes pero más generosas) se sirven con salsa roja o verde, queso de rancho, cebolla y su chorrito de aceite. Las empanadas de flor de calabaza o chicharrón prensado son tan sabrosas como baratas.

Dulces típicos: glorias, cocadas y jamoncillos

Si eres de los que no pueden terminar sin algo dulce, en el centro hay puestos donde venden dulces hechos con leche, coco, nuez y más. Las glorias de leche quemada son un manjar. Y el jamoncillo, con su textura suave y sabor de leche condensada natural, es como un abrazo en forma de postre.

¿Y para tomar? Aguas frescas y toritos

Además del café (que merece capítulo aparte), prueba las aguas de horchata con nuez, de piña con albahaca o de chía con limón. Y si eres valiente, los toritos: licores artesanales de cacahuate, nanche o guanábana, hechos por productores locales. Te dan calor aunque esté lloviendo.

Coatepec no solo se come… se honra

Comer en Coatepec es entender que la comida es parte del alma del pueblo. Aquí los ingredientes no se presumen, se respetan. Aquí no hay chefs con delantal negro, hay mujeres que te dicen “mi hijo, siéntate y prueba”. Aquí no hay recetas secretas, hay historias compartidas.

Así que si visitas Coatepec, no te vayas sin probar su comida típica. Porque al final, uno no regresa a los lugares por lo que vio… sino por lo que saboreó.