Coatepec, el corazón cafetalero de Veracruz, no solo enamora con su aroma a café recién molido o su neblina romántica, también lo hace con sus sabores auténticos. Esta joya del sureste mexicano esconde rincones gastronómicos donde cada bocado es una historia, una tradición, un abrazo servido en plato caliente.
- La Casa del Mole — Cocina con historia
Un imperdible si visitas Coatepec. Su mole es receta familiar de más de 80 años y lo sirven con pollo, arroz y tortillas recién hechas. El sabor es tan profundo que parece que el mole te platica su árbol genealógico. - El Café de la Parroquia Coatepecana — Desayuno con alma
Pan dulce artesanal, huevos al gusto y café de olla. El lugar perfecto para arrancar el día con energía. No es una franquicia: aquí todo huele a casa. - Los Tacos de La Canasta del Ángel
En pleno centro, entre murmullos y tráfico ligero, una canasta con tacos dorados ha ganado el respeto de locales y foráneos. El secreto: papa con chorizo y su salsita verde que pica bonito. - Mercado Miguel Rebolledo — Fonda Mary y sus enchiladas
Ubicada al fondo del mercado, esta fondita es un rincón de nostalgia y sazón. Las enchiladas rojas con cecina son una explosión de sabor a pueblo. A veces canta un trío en vivo. Lloras y no sabes si es por la comida o la canción. - La Churrería de la Esquina — Dulce tentación
Unos churros que, si bien no son los más famosos del estado, sí podrían ganarse el título de los más crujientes. Calientitos, recién salidos del aceite, espolvoreados con canela y azúcar. Ideal para acompañar con chocolate. - El Sabor del Patio — Cocina urbana con toque gourmet
Un concepto nuevo, fresco, juvenil. Hamburguesas artesanales con pan hecho ahí mismo, papas con aderezo de chipotle y cervezas locales. Todo en un patio decorado con luces tenues y música indie de fondo. Insta-ready total. - Los elotes de Don Filemón
Sí, el clásico elotero. ¿Y qué? Sus esquites con mayonesa de chipotle y queso añejo son leyenda urbana. Siempre hay fila, siempre hay risas, siempre hay sabor.
Coatepec no solo se recorre con los pies, se saborea con el alma. Entre calles empedradas, neblina y gente amable, hay sabores que no se encuentran en ninguna guía turística… solo en el paladar de quien se atreve a probar.
Así que ya sabes: la próxima vez que vengas a este rincón mágico de Veracruz, no vengas con prisa… ¡ven con hambre!